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El Maestro como mediador en la formación de lectores.

El Maestro como mediador en la formación de lectores.

¿La relación pedagógica, que establece el maestro con los estudiantes, condiciona los procesos lectores?

En primer lugar, tenemos que recalcar que la relación del profesor con los alumnos se diferencia de la relación padre-hijo en el aspecto fundamental de que siempre es una relación tripolar: es una relación entre profesor y alumno en que ambos están orientados hacia una cierta asignatura (matemáticas, lengua o ciencias, por ejemplo) y hacia el mundo con que se relaciona esta asignatura. La relación padre-hijo suele ser más bipolar: esencialmente una relación persona a persona. Pero, naturalmente, los padres también están enseñando a su hijo a vivir en este mundo. Otra diferencia evidente entre la relación pedagógica de los profesores y los padres es que la relación profesor-alumno es temporal (aun cuando un niño pueda recordar a un profesor excepcional durante toda la vida), mientras que la relación entre padre e hijo dura toda la vida.

Así pues, la relación pedagógica entre el profesor y los estudiantes difiere de otras posibles relaciones que un adulto pueda tener con un niño, como la amistad, el comercio, etc. Un pedagogo, como profesor, no hablaría de sus alumnos como de «mis amigos» o «mis clientes» (aunque el lenguaje del comercio curiosamente ha invadido el discurso de la teoría educativa). El profesor trata de orientar a sus alumnos hacia los procesos que proporcionan al aprendizaje lector escolar su importancia pedagógica. A su vez, los estudiantes tienen que aceptar la carga del pedagogo como «profesor»; si no fuera así, el proceso lector perdería su razón de ser. También hay que tener en cuenta que la relación pedagógica entre el profesor y el alumno no puede ser obligada o coercitiva. Un profesor no puede forzar a un alumno a leer textos determinados; en última instancia, debería ser de mutuo acuerdo o concedido por el alumno.

En segundo lugar, la relación pedagógica entre el profesor y los alumnos tiene que ser una relación bidireccional. El profesor pretende que los alumnos lean y crezcan con respeto a lo que enseña. A su vez, los alumnos tienen que tener un deseo, una disposición y una preparación para leer. Sin esa «disposición para leer» no se aprenderá nada trascendente. Naturalmente, en cierta medida, el profesor puede motivar el interés de un niño o un joven hacia ciertos textos. Pero tenemos que considerar que la «disposición para leer» es una cuestión compleja que supone algo más que la madurez cognitiva o la disposición motivada.

En tercer lugar, la relación pedagógica entre el profesor y los estudiantes tiene una cualidad personal. El profesor no sólo pasa un corpus de conocimiento a los alumnos, sino que también personifica lo que enseña. En cierto sentido, el profesor es lo que enseña. El profesor de matemáticas no es sólo alguien que por casualidad enseña matemáticas. Un profesor de matemáticas de verdad es una persona que personifica las matemáticas, que las vive, que en un sentido profundo se identifica con la materia. De igual manera, los estudiantes no almacenan simplemente el conocimiento que leen; cada estudiante lee siempre de una forma particular y personal. Cada niño le da una forma personal a su interpretación y a la forma en que llega a entender las cosas. Cada niño interioriza los valores, realiza las habilidades, forma hábitos y practica la reflexión crítica en formas significantes, únicas y personales. Puede que el profesor esté impartiendo clases en un grupo de treinta y cinco alumnos; pero siempre es importante recordar que cualquier lectura es siempre un proceso totalmente individual. Para los profesores es un gran reto mediatizar la materia que imparten de forma personal e implicarse personalmente con los alumnos. Esto no significa que el profesor tenga que mantener necesariamente relaciones uno-a-uno con cada alumno (en la enseñanza secundaria esto sería especialmente imposible), sino que quiere decir que el profesor está allí de forma personal para ellos.

¿Cuáles serian las características de un maestro mediador en la formación de lectores?

Un profesional capaz de adaptarse al ritmo y capacidad del alumno, experto en creatividad, dotado de estrategias de lectura y capaz de provocar de conocimiento a sus alumnos, así describiría al "maestro mediador". Un maestro mediador, debería dominar ciertas técnicas psicopedagógicas. Una idea que ha permitido que hoy los niños con problemas de lectura puedan acceder a la educación.

"Las herramientas para potenciar las habilidades mentales, didácticas y formas de presentar los contenidos que ofrece la mediación convierten al educador en un experto a la hora de enseñar".

Pero algo más importante y fundamental esta centrado en nuestros alumnos:

•Conocerles cada vez más y mejor, descubrir poco a poco sus gustos e inclinaciones, sus motivos de lectura.

•Observarlos cuidadosamente en las actividades que realizan durante sus procesos de lectura, con discreción y afecto.

•Escucharlos, prestarles atención en todo momento durante sus pequeños discursos como resultado de lecturas, que directa o indirectamente la reclamen.

•Conversar con ellos sobre diferentes temas. Hablarles a su nivel y sobre lo que le llama la atención de los textos sugeridos.

•Darles el tiempo para participar en sus juegos y actividades.

•Tener en fin expectativas altas con los hijos, y también con nuestros alumnos, con todos y cada uno, con los que más se parecen a uno y con los que aparentemente menos se parecen.

•Ellos lo van a detectar en nuestro lenguaje no verbal, en el modo peculiar de relacionarnos con ellos, de pedirles o sugerirles las cosas.

•Recordar que se parecen a nosotros pero son bien diferentes y con extraordinarias potencialidades... y que si soñamos en grande en su futuro a partir de conocerlos y tener una actitud positiva y alentadora y poco a poco creamos las condiciones y le damos la oportunidad, trascenderán en la vida.

•Preguntándoles ¿Qué quieren ser cuando sean grandes? ¿Qué quieren estudiar? No importa la respuesta, recreemos con ellos esa expectativa, ¿Por qué?, ¿Para qué ¿ ¿Cómo?... leer con ellos al respecto, que realicen dibujos y composiciones escritas sobre lo que quieren ser de grande, que conozcan personas que se han destacado en esa área, que lean o vean películas sobre sus vidas, valora las cualidades que posee o debe poseer para desempeñarse como tal.

Ah... y no vale preocuparse si al poco tiempo quiere ser otra cosa, ¡Qué bien! Lo importante es que quieran SER GRANDES y que perciban en nosotros esa aspiración como legítima y posible. Recordemos que si algo carecen generacionalmente hablando este grupo de niños, adolescentes y jóvenes es precisamente del sentido y significado de sus vidas.

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